Habitualmente recibo en el consultorio deportistas adolescentes acompañados por sus padres, porque quieren aumentar la masa muscular (MM).
Esta necesidad de mejorar la MM a veces responde a una idea personal, o a una recomendación que recibieron en el club o centro de entrenamiento.
Al consultarles qué testeos de rendimiento realizaron para determinar esta necesidad, en general la respuesta es: “ninguno”. Es una observación: “está flaco o flaca”, “le falta espalda”, “tiene poco músculo en las piernas”.
En primer lugar, cabe la aclaración que debemos respetar la biología, donde habitualmente los chicos primero experimentan el pico de crecimiento en altura (pick height velocity – PHV) y a posteriori se produce el pico de ganancia de fuerza, con la consiguiente hipertrofia muscular, característicos del adolescente.
La antropometría es un método muy útil, confiable, económico, transportable, y no invasivo, para determinar parámetros estructurales y proporciones: como talla, talla sentado, índice córmico, envergadura, relación antebrazo/brazo y pierna/muslo, tamaño de mano y pie, etc. Por otro lado, nos aporta información sobre composición corporal: masa muscular, masa adiposa, masa ósea, etc. A partir de estas masas, podemos obtener índices que relacionan músculo, hueso y grasa (índice músculo óseo, índice adiposo muscular, etc.)
Cada disciplina deportiva y cada posición/función en los diferentes deportes tienen características específicas antropométricas.
He aquí un concepto importante a tener en cuenta. En deportes de competencia, si bien los kilos de músculo pueden ser determinantes en ciertas funciones, posiciones, no siempre alcanzar el propuesto por las tablas de referencia significarán una mejora de la performance física y/o deportiva.
Simplificando un poco, deberíamos siempre correlacionar las medidas antropométricas con test de performance física (fuerza, velocidad, potencia, resistencia, etc.), analizando cuáles son los impactos del entrenamiento y la nutrición, en el rendimiento y en la composición corporal.
Seguramente si el deportista es pívot de básquet, primera línea de rugby, necesitará kilos de peso y de músculo. No hay discusión.
Ahora, si analizamos qué ocurre con un carrilero o extremo de fútbol, seguramente resultará mucho más importante qué pasa con los metros recorridos, las diferentes velocidades durante la competencia, la posibilidad de repetición de sprints y/o esfuerzos, la cantidad de kilos y la velocidad de ejecución en el entrenamiento del gimnasio, las lesiones, etc. En este caso, determinar la composición corporal estará mucho más ligada a dar respuesta a las necesidades específicas físicas y técnico/tácticas, es decir optimizar la relación estructura/performance.
Si el carrilero realiza una rutina de hipertrofia en el gimnasio, va a ganar masa muscular definitivamente, pero ¿cómo influirá en la velocidad, en el tiempo de reacción, en la fuerza rápida, la potencia, en los aspectos coordinativos, en las habilidades deportivas???? Muy probablemente, será un impacto negativo.

Si pensamos únicamente en kilos de músculo, Adama Traoré Diarra debería ser el mejor delantero del mundo, porque seguramente es de los más musculosos.
Por el contrario, Di María, Usain Bolt, Novak Djokovic, Ja Morant no deberían ocupar el lugar que han alcanzado dentro de la elite mundial, porque tienen poca masa muscular al compararlos con la media de sus disciplinas deportivas.
Por lo tanto, en el deporte de competencia debemos relacionar estructura y función, para optimizar la performance física.
Dr. Santiago Kweitel
Médico Pediatra y Deportólogo
Commentaires